A través de la historia de cómo Dios utilizó a los 300 guerreros de Gedeón para derrotar a 135 000 enemigos, de cómo Josué conquistó Jericó marchando alrededor de la ciudad y gritando, podemos comprender que donde hay obediencia a la palabra de Dios, también hay milagros.
Después de la época del Padre y la del Hijo, en esta época del Espíritu Santo, aquellos que siguen con un corazón obediente las palabras de Cristo Ahnsahnghong y Dios Madre: “Predicad el evangelio a todas las naciones. Unidos en amor”, serán testigos de milagros.
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: Romanos 2:5–6
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Marcos 16:15–16
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