La lengua, capaz de salvar o incluso destruir a una persona, puede llevar a la ruina si se usa mal,
pero se convierte en la mejor parte del cuerpo cuando se usa correctamente.
Empezar a quejarnos y refunfuñar significa que ya hemos aceptado una invitación del diablo.
Puesto que hemos recibido la vida eterna a través de las palabras de gracia de Dios,
debemos usar nuestra lengua para bien y para servir a Dios que nos la ha dado.
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